El Polígono: Señor Inca Garcilaso de la Vega, queremos agradecerle profundamente por concedernos esta entrevista, que publicamos precisamente hoy, 12 de octubre, Día de la Hispanidad. Una fecha que simboliza el encuentro entre dos mundos, como el que usted tan bien representó en su vida y en su obra.
¿Qué significa para usted poder compartir sus palabras en una jornada tan significativa?
Inca Garcilaso de la Vega: Buenos días y gracias por concederme esta entrevista. Es un honor poder compartir mi historia con los lectores de elpoligono.es y dirigirme, a través de vosotros, al mundo hispanohablante.
Agradezco sinceramente esta oportunidad de hablar en un día tan importante para nuestra historia común. El 12 de octubre nos invita a reflexionar sobre el mestizaje, no como una herida, sino como una unión que dio origen a nuevas culturas y pueblos.
Me honra que mis palabras puedan servir, siglos después, para recordar que el diálogo y la comprensión entre nuestras raíces son el verdadero espíritu de esta conmemoración.
En este día, celebro el diálogo, el entendimiento y el mestizaje que nos definen como pueblos hermanos de una misma historia.
Gracias, Sonia, por esta oportunidad.

El Polígono: Señor Garcilaso de la Vega para comenzar, ¿podría contarnos un poco sobre su vida y cómo ha influido en su obra literaria?
Inca Garcilaso de la Vega: Mi historia es el reflejo de dos mundos. Nací en 1539, en el Cuzco, la antigua capital del Tahuantinsuyo, en una época de profundos cambios.
Mi padre fue el capitán español Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas, extremeño, descendiente de una ilustre familia de escritores: estaba emparentado con el Marqués de Santillana, con Garcilaso de la Vega de Toledo, con Garci Sánchez de Badajoz y con Jorge Manrique.
Mi madre, la princesa inca Isabel Chimpu Ocllo, era hija del infante Huallpa Túpac, nieta del Inca Túpac Yupanqui —antepenúltimo gobernante de la dinastía imperial— y sobrina de Huayna Cápac, el último gran emperador del Incario.
Desde pequeño conviví con las dos culturas, lo que me otorgó una visión privilegiada de lo que ocurría tanto en el mundo hispano como en el andino.
Mi mestizaje influyó profundamente en mi vida y en mi obra. En ese sentido, mi literatura es un puente entre dos civilizaciones, una forma de preservar y transmitir la grandeza de mis ancestros incas y a la vez entender el mundo europeo.
Mi formación en España, adonde viajé en 1560, me permitió perfeccionar mi lengua, aprender sobre historia y filosofía, pero también me hizo tomar conciencia de la necesidad de contar mi historia, la nuestra, como una mezcla y no como una imposición. Viví en Montilla y en Córdoba donde fallecí el 23 de abril de 1616.


El Polígono: Hablando de mestizaje, usted mismo representa esa mezcla entre dos culturas. ¿Cómo se siente acerca de esa dualidad, especialmente en una época donde ser mestizo no era siempre bien visto?
Inca Garcilaso de la Vega: Fue una experiencia difícil, no lo puedo negar. No era completamente inca ni completamente español. En el Cuzco, aunque tenía sangre inca, por ser hijo de un español, fui criado bajo la educación y costumbres de mi padre, lo que me distanciaba de los indígenas. Pero cuando llegué a España, por mi herencia inca, no fui aceptado plenamente en la sociedad española. En ambos mundos era "el otro". Sin embargo, con el tiempo comprendí que esa dualidad, aunque dolorosa en muchos momentos, era también una gran riqueza.
Ser mestizo me dio la capacidad de ver desde ambos lados, de comprender lo que unos y otros a veces no podían ver. Y eso es lo que me impulsó a ser un puente. De alguna manera, la mezcla en mi sangre reflejaba lo que estaba ocurriendo en América, y a través de mis escritos quise tender ese puente de entendimiento entre las culturas.

El Polígono: ¿Sintió alguna vez que estaba cargando con la responsabilidad de representar a la civilización inca ante el mundo occidental?
Inca Garcilaso de la Vega: Absolutamente. Y no solo lo sentí, sino que lo asumí conscientemente. En mis escritos siempre traté de dar voz a mis antepasados incas, contar sus historias y explicar su modo de vida. Quería que el mundo supiera que había una civilización avanzada en los Andes antes de la llegada de los españoles.
En especial, mi corazón estaba con aquellos que no pudieron escribir su historia, que no tuvieron la oportunidad de defenderse ante la pluma de los cronistas españoles.
Sentí la responsabilidad de hablar por ellos, de transmitir su sabiduría y corregir las falsedades que habían dicho sobre nuestra civilización. Me veo a mí mismo como un cronista de mi pueblo, pero también como un mediador entre dos mundos que todavía tienen mucho que aprender el uno del otro.

El Polígono: En su obra, Comentarios Reales de los Incas, se detalla ampliamente la historia del Tahuantinsuyo. ¿Cuál fue su intención al escribir esta obra?
Inca Garcilaso de la Vega: Mi principal intención fue corregir los errores que los cronistas españoles habían difundido sobre el Imperio Inca. Muchos de ellos, sin comprender nuestra cultura, la describieron con prejuicios y malentendidos. Yo, como mestizo, conocía bien las dos perspectivas, la inca y la española, y me sentí obligado a explicar la verdadera historia de mi pueblo.
Quería mostrar la grandeza del Tahuantinsuyo, cómo fue un imperio bien organizado, lleno de sabiduría, espiritualidad y respeto por la naturaleza. Al mismo tiempo, también quería subrayar que los incas no eran salvajes ni ignorantes, como algunos pretendían.
Mi obra es tanto una defensa de mis raíces como un intento de diálogo con los lectores españoles para que comprendan mejor esa otra parte de la historia de América.

El Polígono: ¿podría hablarnos sobre su obra La Segunda parte de los Comentarios Reales, también conocida como Historia general del Perú? ¿Qué lo motivó a escribirla y cuál fue su propósito al hacerlo?
Inca Garcilaso de la Vega: En La Segunda parte de los Comentarios Reales, o Historia general del Perú, me propuse narrar cómo se produjo la conquista del Tahuantinsuyo por los españoles. No fue mi intención sólo repetir lo que ya otros contaron, sino ofrecer una visión más justa, más equilibrada, nacida de mi doble herencia: soy hijo de un capitán español y de una ñusta, una princesa inca.
Desde esa mirada, quise mostrar los acontecimientos tal como los entendí por los relatos de mi padre, de otros conquistadores, y también por lo que me contaron los descendientes de los incas. Describí cómo llegaron los hombres de Castilla, con armas y con ansias de riqueza, y cómo fue que un imperio vasto y ordenado cayó en medio de la sorpresa, la división interna y la violencia.
Relato en detalle las traiciones, los enfrentamientos entre españoles —como los de Almagro y Pizarro—, y la resistencia heroica de los naturales, que no siempre fueron vencidos sin lucha ni dignidad. Quise que el lector comprenda que la conquista no fue solo un choque de armas, sino de mundos, de creencias y de ambiciones.
Escribí esta obra no para condenar sin medida, sino para esclarecer y dejar memoria fiel de lo que ocurrió, pues solo con verdad puede entenderse nuestra historia.

El Polígono: Además de los Comentarios Reales, tu otra gran obra es La Florida del Inca. ¿Qué le motivó a escribir sobre la expedición de Hernando de Soto?
Inca Garcilaso de la Vega: La Florida del Inca fue otro esfuerzo por narrar la historia desde una perspectiva diferente. Me interesaba contar sobre esa expedición en particular porque era un episodio emblemático de la exploración y colonización de América por los españoles. Hernando de Soto era español y había elementos de justicia y heroísmo que valía la pena destacar en su expedición, así como las tragedias y errores cometidos en su intento por explorar la actual región de Florida.
Además, a través de esta obra, traté de subrayar nuevamente las complejidades del encuentro entre europeos y nativos americanos, que no era simplemente una cuestión de conquista, sino un proceso lleno de tensiones, aprendizajes y destrucción mutua. También es una obra de reflexión sobre el destino y la fragilidad del ser humano, sobre cómo esos encuentros transformaban a todos, tanto a los conquistadores como a los pueblos nativos.

El Polígono: Señor Inca Garcilaso de la Vega, los estudios sobre el origen y desarrollo del Imperio Inca (1438-1533) revelan que su consolidación se logró principalmente mediante la conquista de diversos pueblos, como los Chimú, Chancas, Huancas, Tarmas, Nazcas, Collas, Lupacas, Chachapoyas, Cañaris, Paracas, entre otros. Según la visión inca, el mundo preincaico se hallaba sumido en el oscurantismo y la barbarie, y fue el Imperio quien trajo el orden y la civilización.
Asimismo, se practicaron rituales como la Capac Cocha, ceremonia de sacrificio humano —en especial de niños— ofrecida como ofrenda sagrada a los dioses en lugares considerados sagrados del Imperio. Otra institución significativa fue la de los Mitimaes, grupos de población trasladados por el Estado Inca con fines políticos, económicos o culturales. Estos traslados, en muchos casos forzosos, buscaban colonizar y controlar nuevas regiones del Imperio. Sin embargo, el desarraigo provocado por dichas migraciones quebraba los lazos internos de los pueblos sometidos, eliminando de raíz cualquier posibilidad de rebelión.
¿Cómo interpreta usted estas prácticas dentro del contexto cultural e histórico del Tahuantinsuyo?
Inca Garcilaso de la Vega: Conviene entender que el Imperio de los Incas no fue un dominio cruel sin propósito, sino un esfuerzo por llevar orden, justicia y progreso a los pueblos andinos. Es cierto que se expandió mediante guerras, pero también mediante pactos y matrimonios políticos. Los pueblos conquistados eran integrados con respeto a sus costumbres, aunque bajo la guía del Inca, que representaba el Sol en la tierra.
No todo lo que rodea al Imperio Inca puede calificarse como leyenda rosa ni negra, del mismo modo que ocurre con el Imperio Español.

El Polígono: Pasemos ahora a un tema más polémico: ¿Cree que los españoles trajeron más beneficios que perjuicios a América?
¿Qué rescataría usted de la hispanidad y de la influencia española en el Nuevo Mundo?
Inca Garcilaso de la Vega: Sin duda, la llegada de los españoles trajo consecuencias devastadoras, para los pueblos indígenas. Las guerras y las enfermedades hicieron mella en la civilización Inca. No puedo negar ese dolor. Pero también es cierto que, con su llegada, llegaron nuevos conocimientos, una nueva religión y la posibilidad de un mestizaje cultural y biológico que, como en mi caso, produjo figuras capaces de dialogar entre ambas culturas.
De la hispanidad rescato la fe cristiana que trajeron los castellanos, que ofreció un consuelo espiritual diferente al incaico y una nueva cosmovisión para interpretar el mundo. El cristianismo cambió el panorama religioso y trajo nuevas festividades y sincretismos, mientras que en el arte y la artesanía se mezclaron estilos y técnicas, dando lugar a expresiones culturales únicas.
Según me has dicho el 76% de la población peruana es católica y se sienten orgullosos de que el nuevo Papa, León XIV, tenga esa vinculación con el Perú. Que el Perú sea cristiano se lo debemos a los españoles.
España trajo consigo la lengua castellana, que permitió el surgimiento de una literatura mestiza, una nueva forma de ver el arte, la ciencia y la organización social. Yo mismo soy un fruto de ese mestizaje. La lengua en la que escribo es el castellano, y es a través de ella que puedo transmitir tanto la grandeza de mis antepasados incas como las virtudes de la civilización española. Además, hablo la lengua quechua, la cual fue documentada por el español Andrés de San Bartolomé en 1620, lo que demuestra un intento por conservar y entender nuestras raíces.
No podemos juzgar este proceso con ojos simplistas. Fue, sin duda, doloroso, pero también fructífero. La llegada de los españoles trajo nuevas tecnologías agrícolas, herramientas de hierro como arados y hoces, y animales de carga como caballos y burros que transformaron la economía y la movilidad. Introdujeron nuevos cultivos como el trigo y la cebada, enriqueciendo la dieta andina. También aportaron en arquitectura, urbanismo, educación, arte y comercio, fusionando lo europeo con lo indígena.
Incluso en nuestra red de caminos y transporte, aunque los incas conocíamos la rueda, no la utilizábamos por la geografía; usábamos llamas y burros, y los españoles ampliaron nuestras capacidades en ese aspecto.
También es importante reconocer nuestras propias prácticas, como los sacrificios humanos, aunque menos frecuentes que en otras culturas, y realizados en contextos específicos y con una profunda carga espiritual, desaparecieron afortunadamente.
Por tanto, sí, hubo sufrimiento, pero también una transformación. De ese choque de mundos surgió una nueva identidad, y esa es la que yo represento.

El Polígono: Es fascinante cómo, en su obra, trata de unir esas dos culturas. Hoy, en pleno siglo XXI, el debate sobre la conquista española sigue vigente. ¿Qué mensaje le daría a las nuevas generaciones que aún discuten el legado Virreinal?
Inca Garcilaso de la Vega: Les diría que, para comprender nuestro presente, es necesario mirar el pasado con ojos abiertos, sin odio, pero también sin idealizaciones. La historia de América es compleja, y los procesos de conquista y el periodo Virreinal no pueden ser vistos en blanco y negro. Las nuevas generaciones deben reconocer tanto el dolor que esos eventos causaron como las oportunidades que surgieron de ese choque cultural.
El mestizaje no es solo una herencia biológica, sino también cultural y espiritual. Nuestra identidad americana está marcada por la fusión de estas dos grandes tradiciones, la indígena y la española. Debemos aprender a ver lo positivo de ambas y encontrar en ellas herramientas para construir un futuro más justo y comprensivo.

El Polígono: En la actualidad, se le considera un pionero de la literatura hispanoamericana. ¿Qué opinas sobre el legado que dejaste?
Inca Garcilaso de la Vega: Me honra profundamente saber que mi obra es valorada y que se reconoce mi esfuerzo por unir dos mundos a través de la palabra.
Siempre escribí desde el amor a ambas culturas, tratando de darles el respeto que merecían. Hoy veo que esa labor de mediar y tender puentes sigue siendo necesaria.
Es gratificante saber que las generaciones futuras han tomado mis escritos como un ejemplo de esa dualidad que caracteriza a Hispanoamérica: una tierra de mezclas, de encuentros y desencuentros, pero sobre todo de riqueza cultural. Mi mayor esperanza es que mi legado ayude a que esas dos raíces sigan entrelazándose, no como rivales, sino como complementos.

El Polígono: Para finalizar, ¿qué mensaje dejarías a quienes leen tus obras hoy en día?
Inca Garcilaso de la Vega: Les diría que lean mis palabras con el corazón abierto, que traten de entender que en el mestizaje no hay derrota, sino riqueza. Mis obras no son solo historia, son un llamado a comprender que en la diversidad hay fuerza. A los lectores actuales les pido que no olviden que América es un continente mestizo por naturaleza y que ese es su mayor tesoro. Que no dejemos que el prejuicio o el odio nublen esa realidad. El diálogo y la comprensión entre culturas es el camino hacia un futuro más justo y humano.

El Polígono: Muchas gracias por esta conversación tan enriquecedora. Sin duda, sus palabras siguen resonando hoy con una profundidad admirable.
Inca Garcilaso de la Vega: Gracias a ti Sonia y a todo el equipo de elpoligono.es por permitirme volver a compartir mis pensamientos con un mundo tan diferente, pero al mismo tiempo tan similar al que conocí.


Accede a la Entrevista Express en el siguiente enlace ⬇️
Inca Garcilaso de la Vega: Mestizaje, Historia y Diálogo entre Culturas